18 Presentóse David delante de ellos y les dijo: «Si venís a mí en son
de paz para ayudarme, mi corazón irá a una con vosotros; pero si es para
engañarme en favor de mis enemigos, sin que hubiere violencia en mis
manos, ¡véalo el Dios de nuestros padres y lo castigue!»
19 Entonces el espíritu revistió a Amasay, jefe de los Treinta: «¡A ti,
David! ¡Contigo, hijo de Jesé! ¡Paz, paz a ti! ¡Y paz a los que te ayuden,
pues tu Dios te ayuda a ti!» David los recibió y los puso entre los jefes de
las tropas.
20 También de Manasés se pasaron algunos a David, cuando éste iba
con los filisteos a la guerra contra Saúl, aunque no les ayudaron, porque los
tiranos de los filisteos, habido consejo, le despidieron, diciendo: «Se pasará
a Saúl, su señor, con nuestras cabezas.»
21 Cuando regresó a Siquelag, pasáronse a él algunos de los hijos de
Manasés: Adná, Yozabad, Yediel, Miguel, Yozabad, Elihú y Silletay, jefes
de millares de Manasés.
22 Estos ayudaron a David al frente de algunas partidas, pues todos
eran hombres valientes y llegaron a ser jefes en el ejército.
23 Cada día, en efecto, acudía gente a David para ayudarle, hasta que
el campamento llegó a ser grande, como un campamento de Dios.
24 Este es el número de los guerreros preparados para la guerra que
vinieron donde David, a Hebrón, para transferirle el reino de
Saúl,
conforme a la orden de Yahveh.